En el mundo del béisbol, hay historias que redefinen no solo a los equipos, sino a la esencia misma del deporte. La llegada de Juan Soto a los New York Mets, con un contrato histórico de 15 años por $765 millones, es una de esas historias. Pero lo que hace aún más fascinante este capítulo es que estuvo a punto de no suceder.
Todo comenzó con Steve Cohen, el multimillonario dueño de los Mets, sentado en Vitolo, un restaurante en Fort Lauderdale, Florida, resignado ante la idea de perder la batalla por Soto.
Según un artículo de ESPN, Cohen había hecho todo lo posible durante semanas para convencer al fenómeno dominicano de unirse al equipo.
Le habló del futuro brillante de los Mets, del rol que tendría como pieza clave para traer un título de Serie Mundial tras casi 40 años de sequía y de la “atmósfera familiar” que tanto valora Cohen desde que compró la franquicia en 2020.
Sin embargo, el escepticismo de Cohen era palpable. Pensaba que Soto, uno de los mejores bateadores en la historia del béisbol, terminaría regresando a los Yankees, el eterno rival de los Mets y símbolo del poderío histórico de la MLB.
Mientras Cohen disfrutaba de su cena (un suculento cerdo con vinagre dulce y pimientos picantes), su teléfono sonó.
Era Scott Boras, el agente de Soto y un maestro en el arte de exprimir millones de dólares de los equipos. Boras no daba pistas claras sobre cuánto dinero sería suficiente para cerrar el trato.
Las ofertas habían subido decenas de millones en cada ronda, y todavía parecía que no bastaban.
Pero esa noche, Boras habló con un tono diferente. Cohen, quien se considera bueno leyendo señales, se sorprendió al darse cuenta de que esto realmente podía suceder.
Con cada palabra de Boras, la resignación inicial de Cohen se transformó en entusiasmo. “Scott me llamó y pensé: ‘Santo cielo. Esto podría pasar. No lo esperaba en absoluto’”, confesó Cohen.
El contrato que marcó un antes y un después
En cuestión de horas, Cohen y el presidente de operaciones de béisbol de los Mets, David Stearns, ultimaron los detalles. La oferta final: 15 años, $765 millones sin dinero diferido y un bono de firma de $75 millones. Este contrato no solo marcó un récord, sino que también cambió por completo la narrativa de los Mets, un equipo más conocido por sus fracasos que por sus logros.
Para Cohen, esta victoria trasciende lo personal.
El hombre, con una fortuna que supera los $20 mil millones y una colección de arte que incluye a Picasso y Warhol, se enfrentaba ahora al desafío de construir un legado deportivo.
Convencer a Soto de unirse a los Mets y dejar atrás a los Yankees no fue solo un golpe maestro; fue un triunfo para los fanáticos que han vivido décadas de desilusiones.
La decisión de Soto de mudarse del Bronx a Queens representa un punto de inflexión en la historia de la MLB. No solo cambió el destino de los Mets, sino que también alteró el equilibrio de poder en la liga.
Para los Yankees, perder a Soto fue un golpe devastador, y los videos de fanáticos quemando camisetas con el número 22 inundaron las redes sociales. Para los Mets, fue una inyección de esperanza y ambición renovada.
Cohen subestimó inicialmente el impacto que tendría esta contratación. Pero al ver la euforia de los fanáticos y el furor mediático, comprendió la magnitud de lo que acababa de lograr. Juan Soto es un Met, y su llegada marca el comienzo de una nueva era en Queens, donde ya no se trata solo de competir, sino de conquistar.
Ahora, los ojos del béisbol estarán puestos en el Citi Field, donde Soto liderará la carga para acabar con la maldición de los Mets y, quizás, escribir un capítulo dorado en la historia del deporte.
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