En el año 2007, la entonces instructora de inglés de los Reales, Monica Ramírez, enseñaba inglés a jóvenes jugadores latinoamericanos en una pequeña sala de conferencias del Quality Inn, transformada en un aula improvisada. Uno de sus estudiantes era un muchacho venezolano de 17 años llamado Salvador Pérez.
La sala era diminuta, sin aire acondicionado y con 15 adolescentes apiñados en pleno verano. Ramírez estaba embarazada en ese momento y recuerda que la atmósfera era “no muy agradable,” dice entre risas.
“Fui estricta con ellos, y no siempre estaban felices de aprender conmigo ahí, pero aún así logramos avanzar,” dijo Ramírez, quien ahora ostenta el título de coordinadora de Educación/ESL e Iniciativas Latinoamericanas de los Reales y lleva casi dos décadas ayudando a jóvenes jugadores latinoamericanos.
Uno de los libros de ejercicios que Ramírez usaba entonces tenía biografías en las últimas páginas. Pasaban la última parte de la clase en esas calurosas tardes leyendo en voz alta y respondiendo preguntas de comprensión.
Fue en ese momento cuando Pérez aprendió quién era Roberto Clemente y el legado que dejó el miembro del Salón de la Fama.
Ahora, 17 años después, Pérez es el ganador del Premio Roberto Clemente 2024, uno de los galardones más prestigiosos del béisbol, que anualmente reconoce al jugador de Grandes Ligas que mejor representa el béisbol a través de un carácter extraordinario, participación en la comunidad, filantropía y contribuciones positivas.
El primer jugador de los Reales en ganar el Premio Clemente, Pérez es el corazón y el alma de la organización. Ha pasado toda su carrera con los Reales y es el cuarto capitán en la historia del equipo. A sus 34 años, es nueve veces All-Star, cinco veces ganador del Guante de Oro y cuatro veces Bate de Plata, además de haber sido el JMV de la Serie Mundial cuando los Reales ganaron su segundo título en 2015.
Ganar el Premio Roberto Clemente significa más que todos esos logros, excepto quizá la Serie Mundial, dijo Pérez.
“Significa mucho para mí”, comentó. “He leído mucho sobre Roberto Clemente. Sé que fue un jugador increíble, pero fue aún mejor fuera del terreno. Eso es lo que lo hizo súper especial. Y eso hace que este premio sea súper especial.”
Es apropiado que Pérez haya aprendido sobre Clemente en el aula con Ramírez, a quien Pérez aprecia tanto como a cualquier otro en la organización de los Reales. En 2019, Ramírez estableció la Organización Carlos Fortuna en Colombia en honor al jugador de los Reales de 22 años que falleció en 2013 tras una batalla de tres años contra el cáncer de hígado. La organización sin fines de lucro facilita capacitación para padres, madres y cuidadores de niños que planean inscribirse en una academia o programa de béisbol.
Pérez jugó junto a Fortuna y asiste regularmente a la fundación. En 2020, Pérez cruzó la frontera de Venezuela a Colombia a pie para asistir a un evento, a pesar de las estrictas normas de viaje y del significativo riesgo personal.
“Simplemente me llena el corazón de alegría porque, si alguien merece este premio, es él”, aseguró Ramírez. “Cuando ves a alguien recibir lo que merece, especialmente cuando esa persona no busca el reconocimiento, es un sentimiento muy especial”.
Los esfuerzos filantrópicos de Pérez son verdaderamente globales, desde Colombia hasta su país natal, Venezuela, y los Estados Unidos, en Kansas City. En Venezuela, Pérez y su familia distribuyen alimentos y suministros de cocina a aproximadamente 2,000 hogares en su ciudad natal de Valencia. Pérez también ha financiado cirugías de labio leporino para niños, dona a hospitales infantiles y apoya a oficiales de policía.
Él y su familia también fundaron una liga juvenil que ha crecido a más de 200 jugadores, proporcionando terrenos bien mantenidos, coaches, equipo y apoyo financiero. Pérez también dedica tiempo a hablar con los jóvenes de la liga sobre cómo llevar una vida exitosa, incluyendo la importancia de la educación y los peligros de las drogas.
“Especialmente en nuestro país, cuando intentas que los niños piensen en deportes, no van a tener tiempo para pensar en nada más”, apuntó Pérez. “Vas a la escuela por la mañana, en la tarde vas a jugar béisbol, regresas a casa, tienes que hacer tu tarea y luego ir a dormir. No creo que les quede tiempo para pensar en cosas malas.”
En Kansas City, Pérez donó un millón de dólares a la Kansas City Urban Youth Academy cuando se inauguró. Organizó una clínica de béisbol para más de 100 niños de las zonas urbanas de Kansas City, proporcionando fondos para que cada participante pudiera irse a casa con un morral lleno de útiles escolares. Pérez siempre busca formas de proporcionar implementos de béisbol a niños necesitados para que puedan amar el juego tanto como él.
Un video en agosto se volvió viral cuando Pérez se detuvo en un juego de béisbol en un vecindario para jugar con un grupo de niños en su patio trasero. Estaba de camino a casa desde la casa de un amigo en un día libre, vio el juego y decidió pararse.
Un momento simple para él terminó siendo uno inolvidable en la vida de esos niños. Siempre sonriendo, Pérez está feliz de detenerse para fotos y firmar autógrafos. También anima a sus compañeros de equipo a encontrar lo que les apasiona fuera del terreno.
“Aunque solo hagas algo un día al mes, eso es todo”, siguió Pérez. “Un día al mes para hacer feliz a alguien. Haz algo. Usa tus redes sociales y haz feliz a alguien. Quizás párate y tómate una foto con alguien. Creo que eso va a cambiar el mundo. Así es como lo veo. Por eso me tomo fotos con todos.
“… Cambiamos la vida de las personas por unos 10-20 segundos [de nuestro tiempo]. Cuando jugué ese día con los niños, todos ellos y sus padres se me acercaron y me dijeron, ‘Cambiaste la vida de mi hijo.’ ¿Qué tan genial es eso? Cuando la gente te dice eso, yo pienso, ‘Oh, Dios mío, gracias a Dios. Estoy haciendo mi trabajo.’ Muy genial.”
Anne Rogers/MLB.com
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